Cuando hablamos de prevenir una enfermedad, hablamos de los factores de riesgo que hacen que esa enfermedad tenga más probabilidad de aparecer. Hay casos muy concretos de enfermedades cuya incidencia se puede ver notablemente mermada si eliminamos los factores de riesgo que sabemos están relacionados con esa enfermedad; por ejemplo, cáncer de pulmón y tabaquismo.
En el caso de la enfermedad de Alzheimer y de otras demencias relacionadas, la prevención es más compleja y todavía no existen enfoques lo suficientemente robustos. No existe un estilo de vida que haya llegado a aumentar a un nivel tal que los investigadores puedan decir que definitivamente evitaría estas enfermedades. Sin embargo, como en muchas enfermedades, hay medidas que se puede tomar que podrían ayudar a reducir su riesgo o a retrasar la aparición de los síntomas principales de las demencias.
Algunos factores de riesgo se pueden controlar mientras que otros no. Por ejemplo, una persona no puede controlar su edad y la edad avanzada es el mayor factor de riesgo conocido para la enfermedad de Alzheimer y las demencias relacionadas. Otro factor de riesgo que no se puede controlar es la genética, heredada de los padres biológicos. Los cambios en los genes, incluso los que son pequeños, pueden causar enfermedades como es el caso, en mayor o menor medida, de algunas de las demencias.
Aunque no existe un tratamiento eficaz o un método de prevención comprobado para la enfermedad de Alzheimer y las demencias relacionadas, por lo general, llevar un estilo de vida saludable puede ayudar a abordar los factores de riesgo que se han asociado con estas enfermedades.
Algunos investigadores en el campo de las demencias describen cómo modificar ciertos estilos de vida puede retrasar más del 40% de demencias basándose en estudios que apuntan a los beneficios de mejorar diversos aspectos de salud a lo largo de la vida. En particular, controlar la hipertensión arterial así como la diabetes y obesidad; evitar alcohol y nicotina; y mejorar la pérdida auditiva y visual. También incrementar nuestra actividad física.
Sin embargo, no solo tenemos que mejorar nuestra salud física y cuidar de nuestro cuerpo sino que debemos también cuidar de nuestro cerebro y nuestra mente. Debemos cuidar y mejorar nuestras horas de sueño, combatir la depresión y el estrés. Y dos aspectos muy importantes relacionados con el retraso en deterioro de memoria: evitar el aislamiento social y tener un propósito en la vida. El no sentirse solo y tener un proyecto que nos ayude a enfocar nuestras vidas, sobretodo tras la jubilación o en periodos de pérdidas de seres queridos, pueden ayudar a retrasar la aparición de síntomas de demencia.
El mes que viene hablaremos de la importancia de cuidar al cuidador.
César Rodríguez Castelló
Médico especialista en Psiquiatría Geriátrica
Miembro del Colegio Real de Psiquiatras (Reino Unido)
Miembro de la Sociedad Española de Psicogeriatría
Miembro del Comité de Expertos de FEVAFA*
* Federació Valenciana d’Associacions de Familiars i Amics de Persones amb Alzheimer
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