El en el post anterior hablamos de la importancia, tras el diagnóstico, de un abordaje centrado en la persona con demencia y sus familiares de dimensiones sociosanitarias coordinadas con enfoque multidisciplinar.
Hoy hablaremos de tratamientos farmacológicos que, si bien no curan la enfermedad, pueden relentizar, mejorar o aliviar algunos de los síntomas de esta enfermedad.
En primer lugar, tenemos los fármacos que se usan desde hace tiempo para reducir la progresión de los síntomas cognitivos: problemas de memoria, concentración y otras funciones relacionadas.
Aunque su efecto puede ser limitado, son más eficaces en las fases tempranas de la enfermedad de Alzheimer.
Se conocen con el nombre de “inhibidores de la acetilcolinesterasa”.
La acetilcolina es una sustancia laborada en algunas neuronas que sirve para enviar mensajes entre ellas y ayuda a controlar la memoria.
Cuando las neuronas empiezan a morir en el Alzheimer, la cantidad de acetilcolina disminuye.
La acetilcolinesterasa es la encima que metaboliza (destruye) la acetilcolina.
En breve, la función de estos fármacos (Donepezilo, Rivastigmina y Galantamina) es inhibir a la acetilcolinesterasa para que haya más acetilcolina disponible en el cerebro para mantener su actividad positiva sobre la memoria.
Otro fármaco que se utiliza en fases más moderadas del Alzheimer es la Memantina. Funciona de forma distinta a los inhibidores de la acetilcolinesterasa.
Todos estos medicamentos no son eficaces en todas las demencias, por ejemplo la demencia vascular o la fronto-temporal.
Hay nuevos tratamientos que, aunque todavía sin licencia en Europa, pueden suponer un avance en el tratamiento del Alzheimer.
Parecen modificar la acumulación en el cerebro de la proteína beta amiloide, factor determinante en el desarrollo delAlzheimer a través de la formación de las placas que se acumulan y acaban matando a las neuronas.
Se llaman “tratamientos anti-amiloides” (Lecanemab y Donanemab). Más eficaces en etapas iniciales de la enfermedad, de administración intravenosa y no exentos de efectos secundarios.
Oiremos hablar mucho de estos fármacos en los próximos meses.
Otro gran grupo de medicamentos que se utilizan para los síntomas “conductuales” incluyen los antipsicóticos, antidepresivos y anxiolíticos.
En particular los fármacos antipsicóticos , también llamados nuerolépticos, sólo deben utilizarse cuando las intervenciones no farmacológicas sean ineficaces y en síntomas severos de delirios, alucinaciones y agresión.
Nunca deben usarse únicamente por sus efectos sedativos. Si se utilizan, se debe seguir la “regla de oro”: comenzar con dosis bajas, aumentar (si es necesario) lentamente, revisar la eficacia y efectos secundarios regularmente y discontinuar si ya no es eficaz.
Estos fármacos antipsicóticos se han de utilizar con mucha precaución en algunos tipos de demencia como la de Cuerpos de Lewy y la de Parkinson.
El mes que viene hablaremos de prevención. ¿Podemos realmente hacer algo para reducir el riesgo de tener demencia?
César Rodríguez Castelló
Médico especialista en Psiquiatría Geriátrica
Miembro del Colegio Real de Psiquiatras (Reino Unido)
Miembro de la Sociedad Española de Psicogeriatría
Miembro del Comité de Expertos de FEVAFA*
* Federació Valenciana d’Associacions de Familiars i Amics de Persones amb Alzheimer
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